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Un negocio que no es para todos: los desafíos del tomate en Mendoza


Link [2022-02-12 06:33:12]



Ante las continuas crisis, es común escuchar a productores vitivinícolas decir que conviene probar suerte en otros cultivos como el tomate. Sin embargo, se debe calcular que esa hortaliza implica costos operativos por cerca de $ 467.400 por hectáreas, más la necesidad de instalar riego por goteo ($ 330.000 por hectárea) para tener una productividad rentable, además de otras dificultades vinculadas a la falta de agua.

Esos números surgen del Instituto de Desarrollo Rural (IDR) y, en los costos operativos, se incluye preparación del suelo ($ 35.000/ha), fertilización pre-siembra ($ 40.000/ha), plantines ($ 120.000/ha), trasplante de plantines ($ 16.000/ha), cosecha manual ($ 115.000/ha) y otros costos operativos ($ 121.000/ha). No se considera el valor del terreno (una hectárea en Tunuyán cuesta unos $ 3,8 millones) ni un tractor (uno hortícola podría costar $ 5,25 millones).

La producción cuyana de tomate industria todavía tiene margen para abastecer a las fábricas locales que importan pasta concentrada, y eso motiva a varios a incluirse en este cultivo. Sin embargo, especialistas y productores aseguran que se deben dar varias condiciones para que el negocio sea redondo.

Oscar Alba, productor que se inició hace 10 años en el tomate y que hoy cuenta con 13 hectáreas, comentó que “cada cual recorre su camino, pero no es tan fácil iniciarse”. Así, por ejemplo, este productor marcó que para ser rentable es importante lograr un gran rendimiento por hectárea, llegando ahora a tener entre 90 mil y 100 mil kilos por hectárea.

“Es como todo, no es sencillo hacer tal o cual cosa como a veces te lo plantean. Tiene sus costos, sus variables y hay cosas claves. Por ejemplo, no podés producir en un suelo con mucha maleza porque, si no, necesitás más mano de obra para tenerla a raya”, describió Alba. En el caso de las lluvias, se trata de una planta propensa a sufrir enfermedades y por eso no puede faltar la desinfección de hongos.

Otro aspecto que destacó Alba es invertir pensando en la mecanización, tanto del trasplante de los plantines como de la cosecha. Hay algunas empresas de servicios que alquilan la maquinaria, aunque muchas veces terminan siendo las mismas fábricas procesadoras las que alquilan la cosechadora.

A mitad de camino

El caso de Diego Jofré no fue una buena experiencia a la hora de cambiar viñedos por tomate para industria. El año pasado quiso iniciar con un proyecto chico, de 4 hectáreas, pero se fue encontrando con dificultades que lo dejaron solo con 1,5 ha de esta hortaliza, como la falta de mano de obra para colocar los plantines que había comprado.

“No es fácil porque se planta despacio y prácticamente en el agua. Si no, se seca. Es un cultivo delicado. Fue más difícil de lo que parecía y no encontré gente para hacerlo. Terminé perdiendo muchas plantas”, lamentó Jofré. Según el IDR, los plantines son una de las mayores inversiones, ya que unos 28.000 plantines por ha representan un valor estimado de 120.000/ha (más un trasplante de 16.000/ha).

De todos modos, antes de invertir en el nuevo cultivo hay que gastar en quitar el anterior. “Una maquinaria pesada para ese trabajo vale 6 mil pesos la hora, ¿pero qué hacés con los alambres? Los tenés que sacar a mano. Necesitás 4 o 5 personas para arrancar una hectárea, con 2 mil pesos por día por jornal trabajando un mes (entre $ 260.000 y $ 300.000)”, detalló este productor de la zona Este.

Acto seguido se trabaja en preparar los suelos: levantar las raíces que han quedado, rastra, cincel, subsuelo y nivelación para el riego. Después vendrá el armado de los surcos y la instalación del riego por goteo.

“A eso sumale lo fitosanitario, productos en dólares específicos para tomate. No podés usar cualquier cosa. Las ideas son fantásticas, pero después te encontrás con angustia. Muchos productores se quedan a la mitad del camino porque no te dan los números. Quizás habría que sacar un poco de carga impositiva en el proceso”, analizó Jofré.

En su caso, decidió incursionar en el sector sin vincularse con las industrias, porque, si bien conoce de fábricas que ayudaron a productores a conseguir las plantas, “la industria muchas veces te termina coaccionando, así como hacen con la ciruela y la uva que después te quieren pagar dos pesos por tu producto”. Su crítica también es que “el Estado te controla a la hora de producir pero, al momento de definir los precios, desaparece”.

El manejo del agua

En la visión de Gustavo Cialone, industrial y presidente de la Asociación Tomate 2.000 (que vincula a productores e industriales), de a poco “el plantel de productores en Mendoza va creciendo y mejorando, y creo que debería crecer mucho más”.

Ante la consulta por dificultades a la hora de proponerse el cultivo, Cialone no dudó en señalar el manejo del agua: “Hay que pensar en el agua. Es cada vez más grave el tema y, en San Juan, está bajando el rendimiento. Hay que fomentar el riego por goteo. No podemos darnos el lujo de tirar el agua regando a manto. Es una gran complicación para mantener a productores y sumar nuevos”.

La explicación de esa dificultad es que el tomate para industria requiere de 4 meses muy intensos de consumo de agua. Si hay 3 días sin agua, la planta sufre por estrés hídrico y se reduce el rendimiento hasta la mitad. “Es un cultivo muy intensivo y sensible. Si te falla el pozo y no le pudiste dar agua durante tres días, hace un daño muy grande”, apuntó el presidente de Asociación Tomate 2.000.

Cosme Argerich, profesional asociado del INTA La Consulta y asesor técnico de la asociación, coincidió en que “el riego por goteo permite un nivel de producción necesario para que el cultivo sea rentable”. Sugirió contar con suelos con baja cantidad de malezas, baja salinidad y tierras con superficie para mecanización. Además, Argerich destacó la asesoría técnica que brinda ser parte de Tomate 2.000 y recordó que sus miembros cuentan con un seguro contra granizo.



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