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Noelia Blanco, la soberana de hace dos décadas: “No imagino una Vendimia sin reinas”


Link [2022-03-05 19:01:45]



Poco tiempo antes del gran día, vecinos y amigos le propusieron que fuera su representante vendimial. “¿Yo, reina de la Vendimia?”, les preguntó y sin embargo, con sus 18 años recién cumplidos, Noelia Blanco no dudó en aceptar el convite. Ese sueño “real” que ella llevaba guardado en su corazón, que involucraba su amor por la Vendimia y el orgullo de ser nacida y criada entre vides y cerros bondadosos para el vino, como es la tierra de Tupungato, ahora podía cumplirse.

Pero eran tiempos difíciles, verano del 2002, en plena crisis económica, política y social de la Argentina tras el cimbronazo de aquel recordado diciembre del 2001. No había muchas definiciones sobre la realización de la fiesta, ni de su calendario. Ella, entonces, apuró el impulso de su gente y se presentó. Sin imaginarse, semanas después, que sobre un escenario improvisado en el Estadio Malvinas Argentinas, con el teatro griego Frank Romero Day a sus espaldas y de luces apagadas, sería coronada Reina Nacional de la Vendimia 2002.

REINA VENDIMIA 2002 NOELIA BLANCO TUPUNGATO.

Hoy, a 20 años de aquel suceso que marcó su vida y también la historia y tradición de la fiesta máxima de los mendocinos, Noelia Blanco lo vive con amor y agradecimiento. El paso del tiempo y las sensaciones que pueda generarle la Vendimia, opta por describirlo en tres etapas: “La primera, cuando fui candidata, no disfruté mucho por los nervios, la ansiedad, sobre todo me tocó a mí y a mis compañeras una edición complicada que casi no se hace. Después, una vez electa lo disfruté a full. Y luego vino mi etapa personal, de formar una familia, viví ocho años afuera (del 2007 al 2015), un poco me alejé del mundo Vendimia, hace poquito he podido volver a participar de forma más activa”, nos cuenta en esta entrevista.

Su vida afuera, Noelia se remite a Almería, España, adonde partió junto a quien hoy es su marido, Marcos Tous (tío de la actual reina Mayra Tous), proyectaron un año en el exterior que se transformaron en ocho y una hija. “Fue una experiencia muy linda, trabajé en un medio de comunicación y tuve la posibilidad de ejercer mi profesión, pero extrañaba Tupungato, la tranquilidad, la familia…”, confiesa Noelia, mamá de Sira (7) y Bruno (3), profesora de Matemáticas que dicta clases en escuelas rurales secundarias y en la Tecnicatura de Enología, donde relaciona el mundo de los números con la elaboración y producción de vinos.

“Trabajo todo lo que es análisis estadístico, exportación, en conjunto con enólogos de la zona”, detalla sobre el dictado de sus clases académicas. Y reafirma: “Me encanta el mundo del vino, siempre trato de relacionar mi materia que es la matemática con la vitivinicultura, y llevar a mis alumnos a bodegas o fincas de la zona, acá es muy fácil porque estamos rodeados de viñedos”.

Al retroceder en el tiempo, Noelia se va a aquellos momentos del 2002 y automáticamente los describe como “algo muy familiar”. “Pude disfrutar de una Vía Blanca, de un Carrusel, pero la fiesta se hizo en el estadio, fue raro”, confiesa y no obstante afirma que “el momento se vive igual con mucha ansiedad y emoción”.

“Cuando entregué la corona al año siguiente en el anfiteatro fue hermoso, pero lo viví de otra manera. Esa noche del estadio, cuando me eligen, fue inolvidable, más allá del lugar. Al ver toda la gente de Tupungato que había ido, todo el esfuerzo que hizo la gente para que la fiesta se realizara, el aporte solidario de los vecinos para que yo estuviera ahí… fue distinto; esa vendimia se dio gracias al empuje de los mendocinos”, considera.

La reina de 2002 junto a su esposo y sus hijos. | Gentileza.

Reina sí, reina no: la decisión debe ser del pueblo

En efecto, esa Vendimia 2002 en la que fue electa Reina Nacional, se dio gracias al esfuerzo y la colaboración de los mendocinos. Empresarios, bodegueros, industriales y demás personalidades de Mendoza aportaron lo suyo para que la fiesta –así sea en el Malvinas- no se cancelara debido a la profunda crisis del 2001.

Hoy, a 20 años de aquellos acontecimientos y en medio de una disputa judicial que mantuvo en vilo el futuro de la elección de las reinas, Noelia Blanco compara: “La Vendimia 2002 fue posible gracias a la solidaridad del pueblo, no a un gobierno de turno. Estoy de acuerdo en que los tiempos cambian, pero no comparto la forma de terminar con una tradición como es la Reina de la Vendimia. El pueblo de Guaymallén debería ser el que decida si quiere o no seguir teniendo reina, debería ser un proceso democrático y no la decisión de un hombre con un poder político circunstancial. Que se haga la voluntad del pueblo, no de una persona”.

Desde su experiencia, dice que “es maravilloso” participar en Vendimia. “Me siento muy orgullosa de que sea otra mujer la que nos represente cada año para difundir las bondades de nuestra provincia”, opina.

Y en este sentido, asegura: “La magia que puede vivir una reina distrital, departamental o nacional se la da su pueblo, su gente. Eso es algo que no terminan de entender los políticos”. Para reforzar su postura, aporta: “La no elección de una reina le quita al pueblo la posibilidad de manifestarse en algo tan bonito que está lleno de amor. No me imagino la Vendimia sin su reina”.

Además, Blanco considera que en la controversia de reina sí, reina no, “se hace un juicio de valor a una chica que sólo estará un año en ese lugar, y que está allí gracias al amor a su provincia, a su propia voluntad y sus ganas de caminar la calle”.

Nacida y criada en el corazón de la vitivinicultura

Noelia Blanco nació, se crio y, luego de un lapso de ocho años, volvió a vivir en su tierra natal. No cambia ningún lugar del mundo por Tupungato. Y anuncia que allí la Vendimia se vive con intensidad.

“Acá no hay chica que no sepa de vino, todas las familias han estado o están relacionados con la vitivinicultura, son pocos los que no tienen algún parral en casa ni hagan su propio vinito casero. Yo tenía cuatro o cinco años cuando hice vino casero por primera vez, fue con mi abuelo”, cuenta y así cierra la charla, generando entusiasmo por visitar su bendecida tierra del Valle del Uco.



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