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Haciendo música al límite de la guerra: la historia de Fabio Banegas y Francisco Varela, los argentinos que grabaron en Ucrania días antes de la invasión


Link [2022-04-18 06:52:51]



“Todo lo que logré no lo busqué”, escribe desde el otro lado del mundo el pianista argentino Fabio Banegas. Radicado en Los Ángeles (Estados Unidos), este destacado músico cosecha laureles en cuanto escenario pisa. Y aún más allá: sin saberlo en su momento, ahora es parte de la historia de la guerra en Ucrania.

Expliquemos: especializado en la obra de César Franck, de quien este año se celebra su doble centenario de nacimiento, tenía una agenda de homenajes prevista desde el año pasado. Eso lo llevó en noviembre a grabar un disco en su nombre, con la dirección del también argentino Francisco Varela y con la Orquesta Filarmónica Nacional en Lviv. Era un programa dedicado íntegramente al belga.

De hecho en febrero, en Kiev, mientras Andreii Mokrystki, el ingeniero de sonido, terminaba de trabajar en el disco, Banegas y Varela caían en la triste cuenta: ellos habían sido los últimos músicos con los que grababa esa orquesta. Mokrystki arriesgó su vida trabajando hasta último momento, aún con toque de queda, a la espera del asalto ruso, para poder enviar la grabación terminada a Gran Bretaña.

El registro, que contiene cinco obras sinfónicas de Franck, se publicará en mayo o junio de este año. Pero la historia oculta de su producción, con decenas de músicos y técnicos abocándose al milagro de la música mientras el peligro acechaba, es lo que nos lleva a hablar con Banegas, quien responde atentamente preguntas sobre su carrera y esta experiencia.

- ¿Cómo describirías tu trayectoria desde que comenzaste con el piano hasta que te fuiste a Estados Unidos? ¿Cómo se dio ese salto a Los Ángeles?

- Fue un viaje a lo inesperado... Todo lo que logré no lo busqué. Uno de mis lemas favoritos es aquel de John Lennon que resume mi trayectoria: “La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes.” Por ejemplo, mi permanencia en Estados Unidos se dio por una invitación de una excelente cantante de ópera de Rosario, mi amiga Alicia Caruso. Alicia había recibido una invitación para actuar en el Schubert Club de la ciudad de Saint Paul en Minnesota. El Schubert Club de Saint Paul es una de las series de conciertos más importantes y antiguas de los Estados Unidos. En ese momento terminaba mis estudios en la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario, mi ciudad natal, y tomé el viaje como un viaje de egresados. Mi plan era volver y concluir mis estudios de Derecho, carrera que hacía en simultáneo con música. Luego de nuestra presentación en Minnesota supe de audiciones para becas y obtuve una beca que me permitió quedarme en los Estados Unidos.

Los músicos argentinos junto a la orquesta ucraniana.

- ¿Te sentís un embajador de los compositores argentinos? ¿Has tenido oportunidad de tocar allá piezas de algunos notables como Ginastera, y cómo reciben nuestra música académica?

-He tocado Ginastera y otros compositores argentinos conocidos como Guastavino, Piazzolla, López Buchardo y Gilardo Gilardi. El ser conocidos, o notables como decís, ya han recibido la aceptación de los intérpretes y del público local e internacional, son interpretados por músicos de todo el mundo ante sus respectivos públicos, por lo tanto cuentan con la aceptación y son muy bien recibidos. Es así que han trascendido nuestras fronteras y no necesitan ya más de un intérprete argentino. Es por ello que apuesto a otros compositores argentinos notables que no han tenido todavía la suerte de trascender, ni dentro del ámbito nacional y menos en el internacional. Por ejemplo estoy grabando para Naxos – Grand Piano, el sello exclusivo para piano de Naxos Records, la obra completa de mi querido y recordado mentor José Antonio Bottiroli (Rosario 1920-1990). Tengo en carpeta otros autores argentinos y naturalizados argentinos, tales como Nicolás Alfredo Alessio (Santa Fe 1919-Córdoba 1985), Eduardo Grau (Barcelona 1919-Buenos Aires 2006) y Jacobo Ficher (Odessa, Ucrania 1896-Buenos Aires 1978). A propósito, Eduardo Grau fue un gran músico que se desempeñó en Mendoza la mayor parte de su vida.

- Imagino que cuando planeaste interpretar a César Franck en Ucrania no pensaste que iba a ser pronto zona de guerra. Pese a eso, algunos dicen que la sensación de hostilidad rusa ya se sentía. ¿Cómo fue tu experiencia desde que pusiste pie en ese país y luego tocar con su orquesta nacional?

-Exacto. En lo musical pensábamos con el director Francisco Varela, con quien concebimos este proyecto en bicentenario del nacimiento de César Franck (1822-1890), en la oportunidad extraordinaria que teníamos de grabarlo con la Filarmónica Nacional de Lviv y la única preocupación que teníamos eran las oleadas del Covid-19 y sus variantes: en ese momento era la cepa Delta. Nunca pensamos que esta gente tan noble, educada y civilizada iba a estar pasando por esta tragedia a pocos meses de nuestro paso por Ucrania. La sensación general que pude palpar fue que ningún ucranio se identificaba con Rusia: al contrario, se consideraban un país europeo. Había un enojo contra Rusia por los combates que se venían dando en las provincias del Este en la región del Donbás y desde luego por la invasión de Crimea desde 2014. Al margen de esta situación bélica, lejana, pero en curso, la vida en la ciudad de Lviv transcurría su rumbo con total normalidad, gente buena en procura de sus metas, en busca del sustento diario, familias felices dedicadas a sus niños. No vi pobreza ni inseguridad.

La orquesta fue sensacional, perfecta; los músicos respondían a todas las sutilezas que les requería Francisco Varela, director con una gran sensibilidad musical que se amalgamó totalmente con la orquesta.

- ¿Qué sentiste cuando se desencadenó la guerra y caíste en la cuenta de que habías sido de los últimos músicos extranjeros en tocar allí?

- Me tocó cerca y resurgieron recuerdos de mi propia familia. Hice muchos amigos en Ucrania. Sentí una gran impotencia. Nadie merece vivir está situación. Pensé mucho en mi bisabuelo checo, Frantíšek Zetík y su familia, mi abuela, sus hermanos, su mamá. ¿Cómo habrá sido para los míos sobrevivir aquello? ¿Cómo estarán ahora todos estos queridos músicos y profesionales que conocí en Ucrania? Hace más de un siglo mi familia sobrevivió la Primera Guerra Mundial. Frantíšek, un simple zapatero, fue absorbido en el ejército austrohúngaro. Nadie está exento a quedar atrapado en una calamidad de esta envergadura, y como la mayoría de las personas me parece increíble que hoy en día haya todavía líderes que movilizados por intereses mezquinos puedan llevar a la humanidad a este estado.

- Una de las reacciones más polémicas que ocasionó la guerra fue la “cancelación” de artistas rusos en distintas partes del mundo: la soprano Anna Netrebko fue desvinculada de distintas producciones y hasta se llegó a sacar a Tchaikovsky de algunos programas de conciertos. ¿Qué opinás de esta actitud y de cómo la guerra pasó la frontera del arte?

-Creo que las cancelaciones, así como las sanciones económicas, son necesarias para ejercer una presión decisiva sobre el país agresor. Lamento mucho que tenga que ser así. Si a mí me tuvieran que cancelar por una situación similar lo entendería y responsabilizaría a los que provocaron dicha cancelación.

-¿En qué otros proyectos estás ahora?

-Ahora me estoy preparando para un compromiso de grabación en Budapest, Hungría. Luego deseo terminar la grabación de la obra integral del compositor rosarino José Antonio Bottiroli. Ya se han lanzado bajo el sello Naxos - Grand Piano, físicamente y digitalmente dos discos, el primero dedicado a sus valses y el segundo a sus nocturnos. Todavía me faltan dos discos más para registrar su obra integral. Y estaré al pendiente, recordando nuevamente a John Lennon, de ver qué me trae la vida mientras planeo estos proyectos.



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