El funcionamiento del sistema visual tiene cambios a lo largo de la vida. Se pueden establecer tres grandes etapas en el ciclo vital de la visión: desarrollo, estabilidad y decaimiento. Y en cada una, los controles y cuidados serán diferentes.
La infancia temprana: abarca desde el nacimiento hasta el inicio de la escolarización (5 años). Es la etapa crítica, que podrá facilitar el posterior buen progreso de la visión o afectarla para siempre. Las patologías más frecuentes son los problemas de graduación (miopía, astigmatismo, hipermetropía), estrabismo (desviación del ojo), ambliopía (u “ojo vago”, expresa la falta de desarrollo neurosensorial de la visión).Los controles deben realizarse, al menos, una vez al año: cada seis meses, en niños que usan anteojos; cada cuatro, en situaciones que pudieran generar ambliopía, dado que la visión que se pierde en la infancia temprana es la más difícil de recuperar.
La infancia media es el tiempo entre el inicio de la escolaridad hasta el fin del secundario. Entonces pueden asomar dificultades como la miopía, pero también alergias oculares, patologías en la córnea y estrabismo. Se sugieren controles anuales.La juventud temprana transcurre desde la pubertad hasta la universidad o etapa laboral inicial y, generalmente, se extiende hasta los 25. Si la persona no tuvo problemas visuales, hay que controlar que no surjan por exigencia visual asociada con tareas de estudio o frente a pantallas. También puede despertarse la miopía. Se recomiendan controles cada dos años.Durante los años de estabilidad visual, se distinguen dos etapas: la madurez temprana y la présbita. Se estima que, de los 25 a los 40, la visión permanece estable, y si no han aparecido afecciones previas, es poco frecuente que sucedan ahora. Se recomienda control cada dos años.
La madurez présbita ocurre entre los 40 y 45, y empeora progresivamente hasta los 60. La mayoría de las personas comienzan a tener dificultades para enfocar a corta distancia, para leer las etiquetas de los frascos. La presbicia ocurre a todas las personas sanas. Representa la primera llamada de atención de que el tiempo pasa.Pero también es cuando pueden surgir otras alteraciones oculares como el glaucoma, u otras derivadas de patologías generales como la hipertensión arterial, diabetes y problemas de tiroides, entre otras. Los controles deben ser anuales o más frecuentes.
Desde los 60-65 años en adelante llega el decaimiento. A partir de ahora, se requieren mayores cuidados, controles y, a la vez, tratamientos para mantener la capacidad visual funcional por el resto de la vida.Se pueden acentuar las alteraciones visuales previas y/o aquellas asociadas con enfermedades generales. Surgen las cataratas y se va registrando una importante disminución en la calidad y cantidad visual.
Otra alteración que aparece o se exacerba con los años es el síndrome de ojo seco ya que la calidad de las lágrimas disminuye con la edad y, en algunas enfermedades reumatológicas, se afecta de manera severa. Además, la piel palpebral se pone más flácida y altera el parpadeo
Pero no debemos temer ante la palabra “decaimiento” porque es parte de nuestro ciclo biológico normal.
*Médico oftalmólogo, Jefe de Trasplante de Córnea en Clínica Nano. drbianchigerman@gmail.com Contenido exclusivo de la revista Rumbos.
2024-11-09 01:26:36