Muristek
Este 5 de junio hay elecciones en seis estados gobernados por el PRIAN. Lo que se disputa es claro: continuidad o cambio. Las encuestas colocan a Morena como favorito. Es la tendencia en las últimas elecciones de este tipo. De hecho, para 2018, de los 32 estados, el PAN gobernaba 12, el PRI 12, el PRD 1, MC 1, llegado por la vía independiente 1 y Morena conquistó el triunfo en cuatro entidades y 1 más con el PES.
Aunque las voces de algunos opositores fortalecen el autoengaño, la realidad es que, con tan sólo ocho años de vida, Morena se ha posicionado como la principal fuerza política en México. Los partidos tradicionales se han enfrentado a una alta crisis de credibilidad, falta de renovación de figuras políticas y desatino en entender la realidad de las mayorías.
Frente al avance de Morena, el PRI, PAN y PRD han optado por el pragmatismo más ramplón construyendo una coalición sin proyecto ni ideología, sin objetivos claros; tienen como único sentido público “detener a Morena”.
De 2018 a la fecha, el PAN ha perdido cinco entidades, el PRI, ocho, y el PRD ya no gobierna ningún estado; Morena tiene 16. En la incipiente democracia que vivimos y el letargo que existe en varias entidades, en algunas de ellas nunca ha habido transición democrática; por primera vez. Después de 80 o 90 años de control político de un mismo partido o grupo en el poder, la ciudadanía consciente y politizada está rompiendo las viejas estructuras estatales.
Por ejemplo: el triunfo de Morena en Hidalgo significará el fin de 93 años de priismo en una entidad que ha sido considerada su bastión, donde han surgido varios políticos siniestros (Osorio Chong y Murillo Karam).
¿Podemos imaginar lo que significa que durante décadas un mismo grupo de personas con una visión tradicional y deshonesta de la política tengan el poder, controlen el presupuesto público, la seguridad, otorguen obras y permisos, además de hacerlo con corrupción y profundo autoritarismo? Sin duda, más allá de posiciones políticas, la ciudadanía no podría negar que en varias entidades se han conformado grupos políticos con prácticas y vínculos delincuenciales, cacicazgos que se sienten dueños de los estados que gobiernan y cuando se sienten amenazados por la voluntad popular expresando un cambio, se llenan de temor a perderlo todo.
En esta contienda electoral ese temor se está expresando de una manera que es preciso denunciar, porque el PAN se ha convertido en una cuna de delincuentes: en los 12 años que encabezaron el gobierno federal cometieron varias traiciones, una de las más graves, tener un secretario de Seguridad Pública como Genaro García Luna que hoy es juzgado en EU por pactar con el crimen organizado. Además, un exsenador panista está en prisión por orquestar la red de sobornos que recibieron legisladores del PRIAN en 2013, para aprobar la reforma energética que redactaron empresas trasnacionales para hacer negocios a modo y, entre otras cosas, por lo mismo, su excandidato presidencial, Ricardo Anaya, está prófugo de la justicia.
Como si eso fuera poco, el principal referente del panismo es el gobernador de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca, acusado de delincuencia organizada, lavado de dinero y defraudación. Como viles delincuentes defendiendo su plaza, están reaccionando de manera violenta frente al respaldo popular con el que cuenta Morena. Los demócratas reconocen cuando la voluntad del pueblo no les favorece y a pesar de ello, respetan la decisión de las mayorías. Los grupos delincuenciales y autoritarios como los del PAN buscan mantenerse en el poder, inhibir la participación ciudadana, violentar la voluntad popular y detener la decisión de las mayorías.
Eso es lo que están haciendo en Durango, Aguascalientes y Tamaulipas. Dirigen una guerra sucia contra nuestros candidatos, utilizan instituciones estatales para intimidar, se les ha descubierto entregando despensas y tarjetas.
Amenazan de muerte, utilizan el Poder Judicial para perseguir políticamente, detener ilegalmente y han irrumpido con comandos armados en las casas de brigadistas y líderes de Morena.
Con estas acciones reflejan que le tienen miedo al pueblo y que están desesperados porque se les va de las manos lo que sentían suyo, pero ya se van, hagan lo que hagan, el domingo 5 de junio la ciudadanía saldrá a participar sin miedo y los tirara al basurero de la historia.
Columnista: Citlalli HernándezImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0