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Respuestas estériles


Link [2022-04-24 12:34:52]



No cabe duda que durante esta semana, las y los políticos de nuestro país no sólo han sido tema en las discusiones, también se consolidaron como el parámetro de lo que nos hemos convertido como sociedad. Y, para no variar, salimos muy mal parados ante la realidad que nos ha desbordado, que nos deja perplejos y sin palabras que alcancen para explicar la podredumbre a la que nos hemos acostumbrado. Pero si existen comunes denominadores en cada una de estas acciones es la violencia –además de sus diversas maneras en las que se alimenta su terrible fuego– y la impunidad que impera en todo el país. Ah, sin olvidar que hay un personaje en Palacio Nacional que se regodea con ambas piezas del supuesto ajedrez que juega solo.

El domingo pasado, más allá de la organización que mostró el bloque opositor en la Cámara de Diputados –no exento de algunos despropósitos– para detener la propuesta de reforma eléctrica formulada por el primer mandatario, nos formulamos preguntas, cuyas respuestas son muy diversas. Escuchar y observar el desempeño de quienes ostentan la responsabilidad de legislar y representar a la sociedad, ha resultado un espectáculo poco más que vergonzoso. Entre dimes y diretes se desarrolló una larga competencia de oradores y oradoras –salvo honrosas excepciones– que no perdían la oportunidad de profundizar los reclamos, reproches y no dejaron de formular injurias al por mayor. Un fiel reflejo de lo que somos al día de hoy como sociedad: una fiesta de estridencia y diálogos sordos.

Pero en el guion aún faltaba algo que no se haría esperar. Si algo ha distinguido al actual Presidente y, por extensión, a su partido oficial, es que de ninguna manera pueden asimilar una derrota política. Durante los días que aplazaron la esperada discusión, seguramente idearon los escenarios que más podrían favorecerlos en medio de su fracaso. El camino era evidente: se lanzaría un ataque estratégico en el que resaltara la palabra que más haría eco entre su feligresía: traición. No deja de ser “curioso” que esta idea se envuelve en un patrioterismo rancio en el que se habla de una soberanía tan ficticia como un espejismo. Tal vez habría que preguntarles a los artífices de esa campaña que ha señalado a diputadas y diputados de “traición” a la patria, si acaso entregar el país a la violencia desatada por el crimen organizado y el reinado de la impunidad no son una traición aún más grave, ante un aparato de justicia que ha dejado muchas dudas como un garante del cumplimiento de la ley. Avivar el fuego de la violencia, bajo la falacia de la soberanía, es un recurso que –la historia nos lo ha señalado frecuentemente– no tiene un buen fin cuando la mecha se enciende desde el poder.

Sin embargo, algo más ha dejado de funcionar desde hace mucho tiempo cuando se trata de exigir justicia. Ninguna estadística se puede celebrar con ese aire de triunfalismo que caracteriza al actual mandatario, mientras exista un solo feminicidio, una sola desaparecida, una víctima del crimen organizado. El terrible caso de la joven Debanhi Escobar ha dejado más dudas acerca del proceder de los cuerpos policiales, de los discursos huecos de los políticos, de los prejuicios que existen en nuestra sociedad. Además, la respuesta que se necesitaba no era la promesa de una nueva sección en el monólogo mañanero.

En alguna ocasión ya he compartido con ustedes la puntual y categórica frase de Antonio Porchia: “El mal no lo hacen todos, pero acusa a todos”. No hay palabras ni discursos que nos alcancen para confortar a quienes les falta un miembro en su familia, porque el consuelo de la empatía no es lo único que esperan de los gobiernos locales ni del federal. Nada es tan desgarrador como enterarnos que diariamente se fractura nuestra sociedad ante un nuevo feminicidio, desaparición, homicidio o masacre. Los abrazos, en estos casos, se brindan entre las personas que necesitan reconfortar a un corazón y a un espíritu que se ha fragmentado, no como parte de un discurso estéril que ha demostrado ser una falsa ilusión que detendría esta barbarie.

Si una parte de la vehemencia y toda la fuerza que el gobierno federal ha dedicado en defender sus reformas y obras insignia se canalizara a la lucha contra toda esta barbarie, posiblemente la historia sería diferente. Sin embargo, sabemos que todo se reduce a proyectar actos de proselitismo, abrazos populistas y ataques sistemáticos en contra de quienes piensan diferente a su doctrina política.

Columnista: Carlos CarranzaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

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