Muristek
Se le atribuyen a Rembrandt (1606-1669) más de un centenar de autorretratos, todo un suceso de su tiempo y un dato fundamental del actual en el que hay gente de todo tipo, famosa y no famosa, que le resulta imposible perdonar un día sin postear una selfie en sus redes sociales. Hijo de un molinero convertido al calvinismo, desde muy joven se tomó a sí mismo como modelo para pinturas en las que puso en práctica sus admirables efectos de luces y sombras, piezas con demanda debido a la bien ganada condición de celebridad que adquirió.
En sus años, Rembrandt fue encumbrado a la condición de maestro de la pintura neerlandesa y, hoy en día, está de más mencionarlo, su obra es patrimonio de la humanidad. Entre los referidos autorretratos de frente, de lado, a tres cuartos, posando con lápiz y cuaderno, pinceles y paleta, hay muchos con boina, muy asociada a los artistas. Acaso sin proponérselo, Rembrandt hizo de la boina la prenda de los pintores, lugar común de ese quehacer. Si se me permite la licencia amoral, pintor sin boina no es artista.
Siempre plasmó fragmentos de la Biblia, los mitos del Olimpo y las incidencias de la tierra. A partir y desde ese sólido marco su formación fue vertiginosa y, a decir de los especialistas, inevitablemente italianizante (en el arte, la impronta del Renacimiento es la más profunda de todas), por lo que en 1631 se mudó de Leiden, la ciudad universitaria en la que nació, a Ámsterdam, en pleno desarrollo económico y cuya población en ese entonces ya rebasaba los 100 mil habitantes. Un año después entregó uno de los cuadros más emblemáticos de la historia: La lección de anatomía del doctor Nicolaes Tulp.
Sirva este leve perfil para mencionar la exhibición de un óleo de Rembrandt en el Museo Nacional de Arte (Munal). Uno solo, sí. Pero un Rembrandt es un Rembrandt. No pretendo pecar de injusto, pues le acompañan otras piezas (unos grabados y un autorretrato… con boina), pero Palas Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, cuadro a préstamo “de una colección particular europea”, roba la atención de la pequeña sala en la que se muestra.
El propio texto de entrada señala, entre otros aspectos, que la modelo que posó para Palas Atenea es “Hendrickje Sttofels, madre de su hija Cornelia”, nombre de la abuela paterna y de las dos hijas que el maestro procreó con Saskia, su primera esposa, pequeñas fallecidas al poco tiempo de nacer.
En el referido cuadro, que se podrá apreciar hasta el 29 de mayo en el Munal, Hendrickje figura “con yelmo, armadura y escudo de exquisitas tonalidades metálicas. La capa de vivo rojo, muy probablemente pigmentada con la grana americana, contrasta con el fondo en penumbra. Una luz cenital proveniente del extremo superior derecho del cuadro imprime expresión y solemnidad a la diosa griega…”. Si se me permite otra licencia, mención aparte merece el marco elegido, dorado, con incrustaciones de metal.
El del marquero es quizás el más noble oficio al servicio de los grandes artistas y, al mismo tiempo, el más ignorado, pero ése es tema para otro texto. En este caso, la sutileza del pincel de Rembrandt inmortalizó a un cercanísimo personaje, pieza que habla directo al corazón. Sin embargo, la ambivalencia es posible: el mejor homenaje o la peor maldición que los simples mortales podemos recibir es reconocernos en un lienzo pintado por un gran artista, sin importar si éste trae puesta una boina.
CAJA NEGRA
En Nuevo León encontraron el cuerpo de Debanhi Escobar, pero durante su búsqueda también se hallaron los restos de otras jovencitas que nunca llegaron a su casa. No sé. Hace muchos años y muchos políticos que pienso que la auténtica traición a la patria es que en México se comenten miles de crímenes sin castigo.
Columnista: Fernando IslasImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0