Muristek
Desde 1971 se efectúa en Davos-Suiza, el Foro Económico Mundial, cumbre que reúne a líderes empresariales, políticos, intelectuales, representantes de organismos internacionales y periodistas. El Foro de Davos tradicionalmente se ha caracterizado por ser favorable a la globalización y al desarrollo de coaliciones entre gobiernos, corporaciones multinacionales y organizaciones.
La edición de 2022 tuvo especial relevancia al realizarse presencialmente después de dos años a causa de la pandemia. En esta ocasión se reunieron más de 2 mil 500 líderes mundiales, quienes abordaron temas como la pandemia de covid-19, la guerra de Rusia y Ucrania, las alternativas al cambio climático y, especialmente, la crisis mundial generada por la disminución de la oferta de suministros esenciales para la población.
Como lo advirtió Klaus Martin Schwab, fundador del Foro de Davos: “Hoy es el momento geopolítico más importante en las últimas décadas”. El Foro de Davos de 2022, a contracorriente en su postura tradicional, cuestionó la globalización vigente, advirtiendo que la misma se encuentra en un punto de inflexión.
Existe consenso entre varios expertos de que la crisis planetaria multidimensional podría generar una recesión global de incalculables consecuencias. El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo en abril la expectativa de crecimiento de la economía mundial de 4.4% a 3.6% en 2022. En el caso de América Latina, según previsiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la región apenas crecerá 2.1% en 2022, luego de haber crecido a 6% en 2021.
Frente a este panorama, dentro del Foro de Davos se propuso un nuevo planteamiento que rompa la dependencia monopólica de suministros proporcionados por un solo proveedor. Sin embargo, para algunos expertos, la proyección de esta “nueva globalización” podría marcar el inicio de tesis aislacionistas o autárquicas y el abandono de compromisos internacionales.
Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional, señaló: “Lo que nos preocupa más es el riesgo de que vayamos a un mundo con más fragmentación, con bloques comerciales y bloques monetarios, separando lo que hasta ahora era todavía una economía mundial integrada”.
La idea de una “desglobalización” resulta paradójica en un mundo altamente conectado e interdependiente. No obstante, desde Davos se puso de manifiesto el alto riesgo de los estallidos sociales en el contexto mundial, generados por el creciente costo de los alimentos, el deterioro de la calidad de vida, la inflación y el desempleo.
Frente a este contexto, la respuesta de las Américas no debe ser atomizada bajo el lema de “sálvese quien pueda”.
Por el contrario, la alternativa más idónea radica en fortalecer el regionalismo y la cooperación en las Américas, fortaleciendo las instituciones y los foros hemisféricos existentes.
BALANCE
Como lo ha señalado, Luis Almagro, secretario general de la OEA, nuestra región debe alzar su voz de forma coordinada, asegurando la vida, los derechos y supervivencia no sólo de los americanos, sino del mundo entero. Mejorar la calidad de vida de las presentes generaciones, sin afectar el futuro de las próximas.
El miedo, la desesperanza y la falta de respuestas a la conflictividad del mundo actual no deben desmovilizar la acción colectiva de países y ciudadanos. La siguiente etapa de la globalización deberá basarse en la cooperación, la solidaridad, la justicia y, por supuesto, la democracia. El punto de inflexión planteado en Davos, es una oportunidad irrepetible para corregir errores y potenciar las ventajas existentes.
* Los puntos de vista son a título personal.
No representan la posición de la OEA
Columnista: Francisco Guerrero AguirreImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0