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Prepárense, un nuevo colapso de la civilización se avecina


Link [2022-05-31 12:46:08]



La catástrofe ambiental nos rodea. La inacción está empujando más allá del punto de inflexión. La creciente devastación de los hábitats, el exterminio de especies, la contaminación —en todas sus manifestaciones— y la inacabada dependencia a los combustibles fósiles desestabilizan profundamente los sistemas globales. 

 Todo esto es un caldo de cultivo para una tormenta perfecta. Los fenómenos naturales, como los hidrometeorológicos, cada vez son menos naturales. ¿Por qué? Porque las actividades humanas los han tocado. Cada año los huracanes conllevan mayor destrucción. Las sequías y las olas de calor son más prolongadas y mortales. Los océanos se calientan y se acidifican. 

Aun con los altos costos que conlleva las crisis ambiental y climática, las acciones emprendidas oscilan entre la insuficiencia y la omisión. 

 Lo cierto es que la ciencia, en todos estos años, no se ha equivocado en sus proyecciones. Hacia 1912, científicos daban cuenta de que la quema de carbón estaba expulsando a la atmósfera enormes cantidades de dióxido de carbono, lo cual elevaría la temperatura, cuyos efectos se padecerían por siglos. 

¿A alguien le importó? 

El Informe de evaluación global sobre la reducción del riesgo de desastres de 2022 de Naciones Unidas arrojó que el planeta experimenta una tendencia acelerada de desastres naturales, así como crisis económicas y sociales. Esto se debe a que las actividades y comportamiento humanos están contribuyendo cada vez más en la presencia de un número mayor de desastres. 

Indica que para 2030, el planeta y todos los seres vivos serán golpeados por 560 desastres de mediana a gran escala, lo que significa experimentar 1.5 desastres por día. Y es que en las últimas dos décadas ocurrieron entre 350 y 500 cada año. 

La esencia del informe, presentado hace unos días, es el conjunto de esfuerzos a escala mundial para reducir el riesgo de desastres. Sin embargo, el resultado va en sentido contrario. Es decir, a pesar de los acuerdos para abordar la crisis climática, los compromisos para fortalecer la resiliencia y transitar hacia el desarrollo sostenible, así como la toma de decisiones en materia social, política y económica, las actividades humanas exacerban más y más las vulnerabilidades existentes, poniendo en peligro a millones de personas. 

Esto quiere decir que no se hace lo suficiente. Amina J. Mohammed, vicesecretaria general de Naciones Unidas, en la presentación del informe señaló que deberíamos convertir la complacencia colectiva en acción para reducir la tasa de desastres prevenibles. La verdad es que no existen límites. 

 Se ha avanzado, por ejemplo, en sistemas de alerta temprana, aun así, impera la inacción. Los propósitos tanto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y del Marco de Sendai hacia 2030 corren peligro de no cumplirse. 

El imperio de la inacción es una gran bola de nieve, ya que, al estar interconectados todos los sistemas globales, los desastres se salen de control, cuando no debería de ser así, porque podrían prevenirse. 

Así, la humanidad está en un perpetuo ciclo de daños, pérdidas de vida y económica, además de tiempo, lo cual exacerba vulnerabilidades subyacentes como pobreza y desigualdad. 

Eso no es todo, el informe deja ver la probabilidad de un colapso de la civilización. ¡Ese hallazgo debería poner, literal, a todo el mundo a hacer hasta lo imposible por evitarlo! 

 El riesgo es medible. En el pasado, no. 

La Tierra ha sufrido varios y grandes cambios climáticos increíblemente destructivos, pero la dependencia actual por los combustibles fósiles y otras actividades tienen en jaque al sistema climático, lo que podría generar consecuencias nefastas para la humanidad. 

 ¿Exagerado? No. ¿Por qué no habría de suceder si desde milenios atrás civilizaciones enteras han sido aniquiladas por fenómenos naturales como huracanes, sequías e inundaciones? 

Entre 4000 y 3600 a.C. (Edad de Piedra en Noruega), en Hamresanden, un asentamiento quedó enterrado bajo arena, debido a la inundación provocada por un río aledaño. Existen vestigios, como armas, edificaciones y cerámica. 

La civilización de Harappa, asentada desde el noreste de lo que hoy es Afganistán hasta Pakistán y el noroeste de India actuales (3300-1300 a.C.), de acuerdo con arqueólogos e historiadores, sucumbió debido a un cambio climático —el clima del valle del Indo se volvió muy frío y seco, además, se interrumpieron sistemas fluviales—, lo cual fragmentó la población y empujó a algunos grupos a la migración. 

Misma suerte corrió el imperio maya en el siglo IX d.C. Eruditos señalan que las ciudades fueron abandonadas como resultado de una gran sequía. 

¿Cuándo miraremos el pasado para, ahora sí, aprender y prevenir? 

El sistema climático se desestabiliza aceleradamente y si no se cumplen los compromisos, habrá que esperar el colapso de cada uno de los sistemas de los cuales depende toda forma de vida. 

Columnista: Lorena RiveraImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

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