Muristek
Hoy, es ya prácticamente imposible negar que el narco fue la fuerza que impuso su ley en las pasadas elecciones. El INE podrá estar tranquilo, porque cuidó todos aquellos aspectos en los que el crimen organizado no pierde el tiempo. No precisan de falsificar credenciales, ni de alterar padrones, mucho menos de tener que acarrear gente al estilo Mario Delgado. No, el resultado de la elección se decide mucho tiempo antes de la jornada comicial.
Hay quienes prefieren vivir en el cándido mundo de pensar que fue la voluntad popular la que llevó a López a la silla de la venganza, cierran los ojos al narcopacto concretado en campaña, la cual empezó allá, en el 2006, cuando los cercanos al derrotado candidato tenían que pepenar maletines llenos de pesos. La estrategia evolucionó, entendieron que es más fácil recibir remesas en dólares, que sobres y depósitos de carrusel en bilimbiques. El torrente de dinero sin claro origen es un flujo, un movimiento, de ahí tomaron el nombre.
Con el tiempo, el movimiento entendió que el dinero que se entrega a fuerzas políticas del extranjero por la vía de la remesa, a cambio de un regreso recíproco, es prácticamente indetectable para el organismo electoral, iniciándose así una hermandad financiera con fuerzas tradicionalmente derrotadas, sí, esas que súbitamente comenzaron a cosechar triunfos en Sudamérica y España. Tecnología cubana al servicio de quienes harían lo que fuera por hacerse del poder.
Lejos quedó Mandoki y otros cercanos a Fidel, quienes sentaron las bases de un dorado camino. Sus herederos, hoy, son comprometidos apologetas, que más vale mantengan a sus jefes en el poder, de lo contrario, sus correrías en los medios venderán más suscripciones que los aburridos documentales con los que piensan justifican el pago de favores.
Con despensas que llevan la ostensible marca del cártel dominante en cada región, se atiende a los votantes meses antes de la fecha crucial. Ni una hoja se mueve, si quienes operan y administran las actividades delictivas en cada región no dan su anuencia. El mandamás de cada población hace llegar oportunamente a los votantes un claro mensaje que señala qué puede pasar si no resulta electa aquella persona que ya pactó. Las encuestas dan cuenta de la inexistente contienda, desde el inicio del proceso hay ganador, los números prácticamente no se mueven, pase lo que pase, Guerrero es botón de muestra.
En lugares como Cancún o Playa del Carmen, el visado del cártel para incursionar en actividades rentables es anterior al que marca la ley, e, incluso, hay giros en los que sólo se necesita aquel. En tanto se pague el derecho de piso, no hay burocracia que clausure, está advertida de lo que puede pasar si se reta esa autoridad ganada a balazos.
Los abrazos son de lejos, pero los balazos pasan rozando a los moradores de las tantas plazas ya tomadas. Saben que nadie hará nada, así que seguirán ganando los que confunden la democracia con la narcocracia.
Ellos dicen que hacen historia, pero es tan medieval y oscura su cruzada, que más que morena, es negra.
Se piense lo que se piense, hay datos. Se conocerán los ruines y despreciables acuerdos; sus protagonistas, y el ilimitado cinismo de quien piensa que, para llegar al poder, todo se vale. El problema, hasta hoy, ha sido quien los usa y abusa para extorsionar al extorsionador. Así es, lo has adivinado, la administración de la información sirve más al gobierno del vecino del norte y a Peña, que su revelación.
En tanto los incentivos no cambien, la democracia estará sujeta a prisión preventiva.
Columnista: Gabriel Reyes OronaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0