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Los riesgos de la militarización


Link [2022-06-18 15:58:20]



 Esta semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que las Fuerzas Ar­madas de México tendrán otra serie de obras estratégicas a su cargo durante su gobierno, con el objetivo, según dijo, de evitar priva­tizaciones. La Secretaría de Marina tendrá una empresa para administrar más de mil kilómetros de vías férreas del corredor in­teroceánico, además de otras rutas en el su­reste del país, así como de los desarrollos en Dos Bocas, puertos de Coatzacoalcos, Salina Cruz, Puerto Chiapas, además de una de­cena de parques industriales por construir en el corredor del istmo de Tehuantepec.

La Secretaría de la Defensa Nacional se encarga del Tren Maya, los aeropuertos de Tu­lum, Palenque, Chetumal y del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, además de la serie de tareas que se le han enco­mendado durante esta admi­nistración, que van más allá de las relacionadas con la práctica militar y la salvaguarda del te­rritorio y sus intereses.

En ese sentido, veo con preocupación la transferencia sistemática de funciones a las Fuerzas Armadas, particular­mente las relacionadas con temas de segu­ridad pública. Hoy vemos cómo funciones que corresponden a las autoridades civiles, que no están enfocadas en aspectos de se­guridad nacional, trascienden tópicos rela­cionados con la seguridad pública, como lo son comunicaciones y transportes, comercio aduanero, infraestructura estratégica, distri­bución de bienes públicos y campañas de vacunación.

Si bien esta transferencia hacia las em­presas militares en nuestro país no es un tema reciente, la realidad es que durante este sexenio se han multiplicado, ocasionan­do un desbalance en la responsabilización de obligaciones y la desprofesionalización de los funcionarios públicos no vinculados con el Ejército, de ese gobierno civil del que hoy tanto se desconfía, a pesar de las pro­mesas incumplidas de combate a la corrup­ción e impunidad, las cuales supuestamente terminarían como parte de la Cuarta Trans­formación de México.

No se trata de un tema menor, hoy las fuerzas castrenses cuentan con la autori­dad, los recursos y el personal para llevar a cabo la administración de facto de activi­dades esenciales, civiles y de seguridad na­cional, sin que existan contrapesos reales que puedan contrarrestar el poder político y militar que están acumulan­do en la actualidad. Si en algún momento se desea regresar a la autoridad civil, la serie de obligaciones otorgadas cons­titucionalmente, el engrana­je tendría que revertirse y con ello, durante el proceso, habría una reconfiguración de capa­cidades que tendrían que asi­milarse, siempre y cuando así lo considere el Ejército y sus mandos.

Otro de los temas que no se considera es el desbalance presupuestal que se está oca­sionando al ejecutar esta es­trategia. Con cerca de 240 mil efectivos, las Fuerzas Armadas son uno de los entes gubernamentales más grandes del país. Por cierto, no sólo en México está ocu­rriendo este fenómeno, la militarización en América Latina se ha venido acrecentando en los últimos años debido a la extrapola­ción de las grandes carencias regionales por el efecto negativo transversal que la pande­mia por covid-19 ha generado en la región. Ante el descontento social, las fuerzas del Estado son las que se han ido encargando de invisibilizar el clamor social.

En nuestro país nos encontramos en la disyuntiva de militarizar el mando civil como lo sustentan las leyes o entregar las riendas de un Estado con severas crisis so­ciales, políticas y económicas.

Columnista: Azul EtcheverryImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

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