Breaking News >> News >> Excélsior


Lo virtual en nuestras mesas


Link [2022-04-24 12:34:52]



Por Héctor Sx. Barrón*

Una de las primeras manifestaciones de lo virtual en la cultura occidental se dio entre la podredumbre y la negación de la muerte; esto sucede cuando Creonte, regente de Tebas, le niega sepultura al cadáver de Polinices, hermano de Antígona e hijo de Edipo, por haber atacado su propia ciudad. Y esto se da porque Creonte sabe de lo humano y de sus leyes, pero de lo virtual no sabe nada.

Aquí Creonte no trata de negarle una segunda muerte al traidor, sino de impedirla, y en este intento la pestilencia del cadáver se extiende por los aires de la ciudad: Polinices está presente sin estarlo, actúa con una actuación sin guion en un espacio inusitado que atraviesa los sentidos por la repugnancia. Ahí donde está Polinices está lo virtual: fuera de lugar, incluso fuera de un no-lugar. Lo virtual está fuera de la ley, o del lenguaje, es lo mismo: lo virtual no tiene lugar, sino precisamente en lo que, no debiendo ser, se corrompe a la luz del cielo abierto y en la interposición ante la amenaza del olvido.

Algo hay en lo virtual que no se ocupa de mantener viva a la muerte, sino de rehusarle su dignidad simbólica; y es que lo virtual tiene otra ley, que se llama ley del goce y que no tiene que ver con el deseo, sino con encimar a ese deseo una desmesura para no ver su tránsito hacia la putrefacción. Por ello es que, como dice Žižek, una puerta de entrada de lo virtual a nuestras vidas sea a través del marketing de la salud y del bienestar, donde pueda consumirse chocolate sin grasa, café sin cafeína, cerveza sin alcohol… amor sin desesperación.

La fórmula que lo virtual desvela es: prohibido impedirse del placer de consumir, porque aquello que se desea ya está depurado de su contenido tóxico. Por ello es que lo virtual produce una sensación de apaciguamiento que promete que nada dañino pueda darse, y si se da, pueda desactivarse, aunque de forma oscura la descomposición siga su flujo. Es decir, es un sosiego que se sabe falso, y por esa falsedad es que es efectivo y tranquilizador.

Desde Sófocles, lo virtual está para corromper lo establecido, porque eso ya admitido tiene como única salida su transgresión, y por ello no se le nombra, y cuando se le nombra, como lo hace Sócrates, es para expulsarlo de lo útil y de la palabra, es decir, para expulsarlo del intercambio y del conocimiento; algo de lo virtual reaparece en la potencia aristotélica, y se trasmuda en las virtudes escolásticas que, además, afinan su expulsión del cuerpo, de lo tangible y de lo material. Es así que el signo más firme de lo virtual sea su permanencia en lo externo del ser humano, en un afuera que a veces se recompone para estar en lo más íntimo.

Esta dinámica es la que ha constituido las tres vertientes de lo virtual: fuera de la razón, fuera de la utilidad, y fuera del cuerpo. Por ello no es extraño que los tres senderos que nos permiten acceder a él sean la tragedia, la poesía y el psicoanálisis, esto es: el lenguaje.

Sin embargo, dado que a lo virtual en nuestro tiempo se le ha hecho prometer una vivencia sin efectos mortíferos, ha sido por ese camino que se le ha adjudicado un valor con el que ha sido inscrito en el discurso capitalista del consumo. Lo virtual ha ingresado a nuestras vidas de una forma única en la historia de la humanidad, por eso hay que nombrarlo y reconocerle su dimensión dentro de la realidad como un componente que, como el cadáver de Polinices, está sin estar para infectar lo cotidiano.

La fuerza que hace a lo virtual proviene de lo reprimido, y al expresarse da cuenta del reverso del trauma, es decir, de aquello que aparece con intensidad y quiebra lo que se sabía de una situación, sólo que no se traslada al campo del lenguaje, sino que se establece un compromiso con lo imaginario; en todo caso se imagina un nuevo lenguaje… sin palabras, un lenguaje desintoxicado, inocente y alejado de su peso de finitud y término, pues si de algo se sabe en lo virtual es de no concluir, por eso la falsa pretensión de un lenguaje inocuo, neutro e inclusivo. De lo virtual es aquello que habilita la suspensión de la amenaza de cualquier corte o suspensión: tranquiliza ante cualquier atisbo de castración, para decirlo con claridad. Por eso es que lo virtual actúa a espaldas del lenguaje: no es del pensamiento ni del deseo, por ello ni admite refutación ni satisfacción, y tampoco confirmación, lo suyo es la repetición en escenarios diferentes: el mismo acto con diferentes decorados.

Lo virtual contiene a una tragedia, la misma que desde los griegos sostiene a lo que, habiendo estado oculto, se deja abierto y fuera de lugar, afuera del lugar del sepultamiento, pero es al mismo tiempo una fuerza que desde la poesía se vive como un más allá del lenguaje, y desde el psicoanálisis, como un desempeño único en el ser humano para declarar una sutura falsa del trauma.

 

Académico de la UNAM, especialista en orientación psicoanalíticahsbarron@gmail.com

Columnista: Opinión del experto nacionalImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

Most Read

2024-09-22 10:44:19