Muristek
Por Imelda Castro Castro*
Lo difícil, se logra; lo imposible, se enfrenta.
Andrés Manuel López Obrador
Presidente de México
Derivado de los saldos de la pandemia y del conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania, el mundo padece un fuerte choque inflacionario que está generando una afectación a grandes capas de la población, sobre todo a quienes reciben menores ingresos. El poder adquisitivo del dinero se cae día con día y se aleja la expectativa de incorporación de diferentes grupos sociales al sistema financiero, aplazando los resultados de los esfuerzos legislativos y regulatorios que se venían haciendo, particularmente en nuestro país. Por tanto, las brechas de pobreza y desigualdad crecen también, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por acotarlas.
La inflación alta también afecta negativamente en el crecimiento económico y el desarrollo de los países. La respuesta más socorrida de los bancos centrales para controlar la inflación son los aumentos de las tasas de interés. La más reciente alza de la tasa de referencia del Banco de México se decidió después de que se dio a conocer que la inflación alcanzó, en abril, el 7.68%, siendo éste el nivel más alto desde enero de 2001.
En ese marco, la recuperación del poder adquisitivo de los ingresos salariales y el crecimiento de la economía están cifrados en el Paquete contra la Inflación y la Carestía (Pacic) que dio a conocer el gobierno de México, en conjunto con la iniciativa privada, el pasado 4 de mayo. Con ello, se busca mantener la estabilización del precio de la gasolina y el diesel, los precios de referencia del gas LP y electricidad, medidas que representan un esfuerzo del orden de los 330,000 millones de pesos. Además, se contempla un precio de garantía en maíz, frijol, arroz y leche; 24 productos de la canasta básica en alimentos; el aumento en la producción de maíz, frijol y arroz; estímulos al programa Sembrando Vida; entrega gratuita de fertilizantes; eliminación de aranceles para la importación de sulfato de amonio y otros insumos básicos necesarios para la producción. Así como incrementar la vigilancia en carreteras para evitar el robo de productos; no aumentar el cobro en cuotas en peajes; reducir costos y tiempos de despacho aduanal en los puertos marítimos; entre otros beneficios.
Uno de los pilares que explican las expectativas de crecimiento de la economía mexicana es que la Secretaría de Hacienda proyecta alcanzar, para 2022, un monto de inversión pública equivalente al 3.1% del PIB, el más alto en los últimos 6 años.
Es importante también destacar que, para 2022, el presupuesto de los programas para el bienestar asciende a 445,520 millones de pesos (24% mayor, en términos reales, a lo previsto en 2021). Al cierre de 2021, 23 millones de personas han sido beneficiarias de programas sociales, lo cual representa el 65% de las familias mexicanas.
Una medida importante que ayuda a paliar esta embestida inflacionaria son los incrementos anuales del salario mínimo a partir de 2019. Al mes de febrero de 2022, el salario mínimo registró un crecimiento real de 76.3%, lo que mejora el poder adquisitivo de las familias de más bajos ingresos. A ello hay que sumar el incremento al salario a un millón de maestros en más del 7%, en promedio, y el aumento al salario de policías, médicos y enfermeras, recientemente anunciado.
Sin duda, los resultados de estos esfuerzos se verán disminuidos por la alta inflación, pero, justamente, permitirán amortiguar los efectos en los ingresos de los hogares mexicanos. Como vemos, el nuevo obstáculo a la construcción del Estado de bienestar es la inflación, que se prolongará en éste y el siguiente año.
Como dice el Presidente de la República: “Lo difícil, se logra; lo imposible, se enfrenta”.
*Senadora de la República
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