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Imaginar las ruinas del Ave Fénix, Pedro Ángel Palou


Link [2022-05-27 13:46:14]



JUAN CARLOS TALAVERA

CIUDAD DE MÉXICO.

“La Ciudad de México ha sido una curiosa ave fénix que se ha repuesto de la destrucción –cuando era Tenochtitlan–, de inundaciones, sismos y epidemias”, afirma el escri­tor Pedro Ángel Palou (Pue­bla, 1966), que lanza México, su más reciente novela, una ficción histórica de 500 años que inicia con la caída de Te­nochtitlan y llega hasta el te­rremoto de 1985.

La obra, que habla de frente con Carlos Fuentes (1928-2012) y lo homenajea con Ixca Cuautle, es conta­da desde la mirada de cuatro familias que cruzan sus ca­minos con personajes como Hernán Cortés, La Llorona, Alexander von Humboldt, Carlos de Sigüenza y Góngo­ra, Ignacio de Jerusalem, José María Morelos, Benito Juárez, entre otros, para retratar la historia de una ciudad tras bambalinas.

(En esta novela, publica­da por Planeta) hay nostalgia, aunque hay diversos tipos de nostalgia de la ciudad. Una está ligada al espacio físico, a sus edificios, pero también está la nostalgia sonora, por­que, como digo en la Guía de forasteros, me extraña mu­cho que la novela mexicana, en general, sea tan silente”, dice a Excélsior.

¿Ixca Cuautle es un guiño a Fuentes? “Sí. Para mí Fuen­tes ha sido una figura tutelar, incluso antes de conocerlo. No es el novelista más me­galomaniaco y ambicioso que ha tenido México, sino el autor de la novela por exce­lencia de la ciudad con La re­gión más transparente”.

Me hubiera encantado terminar esta novela antes y que él la hubiera leído. Por eso digo en la Guía de fo­rasteros que me queda Silvia (Lemus), gran amiga y lec­tora. Quienes conocimos a Fuentes coincidimos en que después de conocerlo, es im­posible leer sus libros sin es­cuchar su voz; es como si te los recitara. Él es esa ima­gen del dios tutelar de la novela mexicana viéndote”, asevera Palou, aunque tam­bién acepta una segunda figura tutelar: Fernando del Paso.

En México, Palou em­plea a cuatro familias dis­tintas entre sí para contar los sucesos entre 1521 y 1985. Por ejemplo, los Cuautle, una fa­milia de tlacuilos indígenas que sobrevive y conserva el apellido, aunque con los años se convierten de tala­barteros, zapateros y en un arqueólogo. Le siguen los Santoveña, una familia de panaderos, con estatus y riqueza, que conserva su negocio familiar, para lue­go entrar en escena las fa­milias Landero y Sefamí.

Estas cuatro familias me cuentan a mí tam­bién la historia de la ciudad, no sólo a los lectores. Me cuentan una capital de una manera distin­ta, y por eso es un ave fénix de la que se repo­ne la capital y los seres huma­nos que la ha­bitan, ya que una y otra vez renacen, vuel­ven a creer en ella, a vivirla y a amarla”, ex­presa el también autor de Pobre pa­tria mía y Zapata.

Y apunta: “Creo que no hay nadie que haya vivido en la CDMX –que toda la vida ha sido de migrantes– que no la ame y la odie, aunque fi­nalmente es el amor el que gana, y ese amor hace que la gente se quede y viva de esa manera tan pasional como sólo sucede aquí”.

Finalmente, Palou acepta que para este libro constru­yó un soundtrack de la me­trópoli, el cual le acompañó en este recorrido nostálgico, junto con las crónicas (desde Hernán Cortés hasta Héctor de Mauleón). “Sin duda, fue un recorrido de cuatro siglos de cronistas y fue impresio­nante, porque así puedes pa­ladear y saborear la ciudad, mientras imaginas y extrañas su gastronomía y los lugares de antaño”.

Pero como dice Marcel Proust, añade el autor, no se trata sólo de lugares abstrac­tos o personajes notables, sino esas épocas que yacen sobre los pasos del presente. “En esos lugares también está mi infancia y las visitas que hice a casa de mis tías en la Narvarte, mis idas a la UNAM y mis pláticas con Luis Mario Schneider en el Instituto de Bibliográficas, o con Adol­fo Castañón en Parroquia,  donde estaba el Fon­do de Cultura Econó­mica (FCE). Para alguien que venía de la provincia, todos esos viajes a la ciudad fueron fundamentales por­que me hicieron querer y co­nocerla más”.

Este libro es una guía in­formal de la ciudad, para fo­rasteros, propios y extraños; una guía de turistas, para ver esquinas, tiendas y edificios que no hemos visto. Ésta es una historia social de la ciu­dad, donde están todas las clases sociales y todas las posibles mezclas y barrios, desde Tacubaya al Centro Histórico, la Portales, Tlate­lolco e incluso Ciudad Saté­lite”, concluye.

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