Muristek
Hoy es el Día del Padre y si alguien ha demostrado que es buen papá, es el presidente Andrés Manuel López Obrador. No solamente porque a su hijo mayor, José Ramón López Beltrán, le cubre las espaldas o a su hermano Andrés Manuel, Andy, le deja que ponga a sus amigos en distintas partes del gobierno, sino que también ha sido todo un padre para sus funcionarios, subalternos, colaboradores e integrantes de su partido.
Al tabasqueño le gusta mantener el control de sus retoños. Él no pregunta, sino que ordena, así que cuando alguien quiere mostrar independencia, como el senador Ricardo Monreal, le sale con: “¿Crees que te mandas solo?”, “Mientras vivas en este partido, tienes que seguir mis reglas”, “Cuando ganes tu propia elección, sin mi ayuda, te compras el cargo que quieras”, “Tu única obligación es obedecer”, y si alguien llega a preguntar la razón de sus decisiones, él con la mano en la cintura responde: “Porque lo digo yo”.
También les enseña a sus hijos postizos a valorar las cosas: “En mis tiempos, sí la teníamos difícil, tardé 12 años en llegar a la Presidencia y, ¿tú te quejas de tener que hacer campaña? Yo a tu edad bloqueaba pozos petroleros, hacia campamentos y pedía no pagar impuestos”, “¿Tú crees que la popularidad crece en los árboles?”. Además, constantemente, ubica a sus corcholatas: “Cuando tú vas, yo ya fui y vine tres veces” o “Cuando seas presidente lo vas a entender”.
A quienes quieren sucederlo en el cargo les aconseja: “Pórtate bien para que algún día seas como yo”. Entonces, personas como la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, lo imita en todo para mantenerse como la niña de sus ojos.
El Ejecutivo es un papá soberbio: “¿Pues qué te has creído, que sabes más que yo?”, frase que, seguramente, les dijo a los exsecretarios de Hacienda, Carlos Urzúa y Arturo Herrera, quienes intentaron hacerlo entrar en razón sobre algunos temas económicos. Además, es un progenitor sobreprotector y cuando alguien se quiere reunir con la oposición para crear acuerdos o hacer negociaciones les pregunta: “¿Quién es ese legislador con el que te vas a reunir? ¿Cómo se llama? ¿De qué partido es? ¿Qué edad tiene? ¿Dónde vive? ¿Cómo lo conociste?”.
López Obrador tiene que estar constantemente cuidando que sus ovejitas no se desbalaguen para que no le salgan con su domingo siete, por lo que a cada rato tiene que decirles a los legisladores de su partido: “¿A dónde crees que vas con esa iniciativa?Ve a cambiarla, así no va a salir”. Eso sí, los anima para que no se dejen de nadie: “Si alguien te pega, le pegas tú más fuerte”, esto ocasiona que los legisladores morenistas sean bullies, porque sienten que su papá los protege.
De igual manera, el tabasqueño es de la idea de: “¿Para qué pagar?, si lo puedo hacer yo”, así que, en lugar de allegarse de expertos, contrata leales. El problema es que cuando el control de la economía, la seguridad o la salud se le sale de las manos, solamente dice: “Yo conozco un atajo para llegar más rápido, no estoy perdido”.Es muy exigente respecto al dinero y cuando llega una secretaría o alguna institución a pedir más presupuesto, el tabasqueño ya los espera con un: “Algo quieres...” o “¿Qué me vas a pedir ahora?”. Cuando está de buenas, es muy permisivo: “Bueno, pero no le digas al INE que te di permiso” o “El INE está loco, no le hagas caso”, por eso es que sus corcholatas y correligionarios de Morena violan las leyes a diestra y siniestra..
Así que, seguramente, de todos los papás de México, el Presidente será uno de los más festejados, no sólo por sus cuatro hijos naturales, sino también por todos los vástagos políticos que ha ido regando en su gobierno y su partido.
Columnista: Vianey EsquincaImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0