Muristek
La atención de la pandemia y la vuelta a la normalidad, que cada vez se ve más cercana, no se entendería sin la intervención en estos años de dos instituciones clave del gobierno mexicano, que pronto saldrán de la escena pública de atención al covid-19: el Ejército y la Cancillería.
Por instrucciones presidenciales, ambas instituciones asumieron funciones y roles distintos a las que les corresponden para poder ganar esta lucha y asumir atribuciones de la Secretaría de Salud en las que se vio rebasada.
De un lado, las Fuerzas Armadas asumieron la custodia y el traslado de las vacunas contra el covid-19 en todo el país. Después de que la Secretaría de Salud desarticuló acertadamente el esquema ventajoso y abusivo, en costos, de distribución en medicinas, pero con el grandísimo error de no tener un plan B para cubrir esta función, fueron el Ejército y la Marina quienes tuvieron que hacerse cargo de todo este esquema de logística que antes realizaban civiles.
Al mismo tiempo, cuidaron toda la cadena de custodia de las vacunas para evitar saqueos y robos. En una palabra, evitaron la corrupción.
Del otro lado, la Secretaría de Relaciones Exteriores asumió funciones de varias dependencias del gobierno federal al tomar el control y la negociación de la compra de vacunas con empresas extranjeras y países productores de las mismas para garantizar el mayor número posible de dosis, muchas veces marginando y enfrentándose a la propia Secretaría de Salud, y en particular con el subsecretario Hugo López-Gatell, por los compromisos económicos que estos acuerdos pudieran suponer.
A unos días de que la vacunación deje de aplicarse en espacios masivos y pase a realizarse en el espacio natural de siempre, es decir, en las clínicas y centros de salud, la presencia del Ejército saldrá de la escena pública y se mudará a apoyar seguramente tras bambalinas a la paraestatal Birmex, que es la empresa del gobierno responsable de la distribución de medicinas y vacunas. En este escenario, la presencia de la Cancillería también saldrá del escenario público con el cierre de los últimos contratos y traslados de vacunas al país.
Y mientras eso pasa, otra institución, que también fue clave en el combate al covid-19, pero que bajó al máximo su perfil, acaparará los reflectores. Me refiero al IMSS, que será la nueva estrella del programa universal de salud que busca impulsar el presidente López Obrador.
ABATELENGUAS
En esta administración no se andan con cuentos ni por las ramas o llorándoles a las farmacéuticas que les den vacunas o medicinas, como pasaba en otros sexenios.
Quedó probado con lo que dijo ayer el subsecretario Hugo López-Gatell, cuando comentó que la empresa Pfizer les confirmó que sí les venderá las vacunas para los niños, pero después de negociar el contrato. Momento que aprovechó para decir que no es la única opción que tiene nuestro país porque están analizando otras vacunas pediátricas como la Abdala, diseñada por Cuba, o la Sinovac, de China. La medida se ajusta a la política de este gobierno, que cambió el esquema de compras y de negocios con las farmacéuticas, que antes eran intocables en México. Hoy, nacionales e internacionales se forman en la misma fila para ser atendidos.
BAJO EL MICROSCOPIO
Un tema que no es de salud, pero sí de interés nacional. Me tocó conocer el AIFA y quiero compartir mi impresión y ésa es que es un aeropuerto que reúne todas las características para convertirse, en el mediano plazo, en un aeropuerto nacional e internacional de gran escala.
A mí me tocó cubrir como periodista las actividades en el AICM por cinco años y registré durante ese tiempo la ampliación y remodelación del mismo, y prácticamente lo “parcharon” con materiales de pésima calidad. Cosa de recordar las cubetas por todos lados cuando llueve. Eso sin contar que las áreas de protección civil, de la noche a la mañana, eran ocupadas por tiendas y restaurantes. Negocios, pues.
He tenido la oportunidad de conocer aeropuertos tanto de Estados Unidos, Europa y Asia y el de Santa Lucía no es la “bodega” o “la central avionera” que muchos dicen.
Claro, está comenzando, tiene seis vuelos por día, pero lo que pude notar es que este aeropuerto le está dando la oportunidad a mucha gente que antes no había podido viajar en avión por los altos costos del boleto. Por ahí leí que, en estas vacaciones de Semana Santa, el AICM lucía abarrotado. Y el AIFA vacío. Lo que yo viví es que el vuelo venía lleno y en su mayoría de gente que no había viajado en su vida y, como hace mucho no escuchaba, la emoción de los niños y de la gente cuando se elevó el avión. Hasta aplausos se llevó el piloto.
Cierto, el AIFA sigue en obras, pero si nos remitimos al AICM, desde que recuerdo, siempre ha estado en obras.
Columnista: Ruth RodríguezImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0