Buenos días, Presidente. Amanece un nuevo día. El frescor de la mañana genera una percepción de esperanza. Es sábado, la falta de conferencia mañanera da la impresión de que el país marcha bien y en paz. Que no existe una enorme oposición frente a su gobierno. Que los mexicanos tenemos un proyecto de nación.
Pero es una sensación falsa. Hoy, igual que en los últimos días, meses y años, un centenar de mexicanos van a ser brutalmente asesinados. Otros tantos, secuestrados. Una decena de mujeres no volverán a su casa. Y ninguna autoridad, aunque esté cerca, va a hacer nada. Ése es el verdadero país en el que vivimos.
Un México donde no hay límites para la violencia. En el cual cada vez son más comunes las imágenes de ejércitos privados de decenas de vehículos artillados, como las de Guasave, de San Cristóbal de las Casas y de Tecoanapa, Guerrero, que se publicaron esta semana.
Donde se filman los videos más violentos —inimaginables—, en los cuales las películas de terror se quedan cortas —hace algunas semanas circuló un video donde un sicario devora el corazón palpitante de su víctima—. Un país donde las organizaciones criminales toman comunidades enteras mientras sus poblaciones se resguardan y esperan no llamarles la atención, y en el cual cualquier negocio es objeto de extorsiones y pago de piso, ya sea que venda pollo o se trate de un restaurante. Nadie se salva.
Se equivoca y siempre se ha equivocado, Presidente. Hace unos días se le ocurrió decir que “en el estado en donde sólo manda un cártel, ahí no hay violencia”, aceptando que sean los criminales quienes impongan autoridad a los ciudadanos que salimos todos los días a trabajar. Valiente posición.
Pero sabemos cuál es su mensaje: “amor con amor se paga”. O, dicho de otra manera, si el crimen organizado está de su lado, lo ayuda en las elecciones —como en Sonora o Sinaloa—, lo va a respetar, lo dejará operar.
Igual y no lo entiende, pero ese pacto lo hace cómplice. Y tarde o temprano se le va a pasar la factura.
Pero eso sí, muy valiente y con un Ejército cuidándolo, desde su Palacio, resguardado detrás del púlpito presidencial, en la conferencia mañanera reta a un periodista extranjero a que le pruebe que existe impunidad en México. Kafkiano.
Le diría que se ponga a ver las noticias, que conozca la situación del país. Pero ya sabe lo que está ocurriendo y decide ignorarlo.
En México, la autoridad sólo existe para aportar a su propio bolsillo. La policía está cooptada y la Guardia Nacional está de adorno. El Ejército lo único que ha logrado este sexenio es volver inmensamente ricos a sus mandos y amigos.
Es claro que no puede con la responsabilidad. “Invente” que está enfermo, es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad.
Vergüenza deberían de sentir los payasos aplaudidores del régimen que siguen a alguien que dice que continuará con la misma estrategia, “pues no se puede enfrentar la violencia con violencia”, mientras nos torturan, extorsionan, secuestran y asesinan. Cínicos lambiscones.
Y en lo que usted está leyendo esta columna, ocurrió un nuevo homicidio. Lo peor, los mexicanos seguimos votando por los corruptos que pactaron con los criminales.
Estese tranquilo hoy, Presidente, nadie ha tocado a los delincuentes ni con el pétalo de una rosa.
*Maestro en Administración Pública
por la Universidad de Harvard
y profesor en la Universidad Panamericana.
Twitter: @ralexandermp
Columnista: Ricardo Alexander MárquezImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 02024-09-19 00:23:56