Muristek
Escribo la presente colaboración unas horas antes del inicio de la gran final del futbol mexicano, en la que el campeón, Atlas, estará recibiendo, en esta primera parte del partido de 180 minutos, al mejor equipo del torneo, el Pachuca, un duelo que se antoja muy atractivo, en el que el equipo hidalguense parte como favorito.
Sinceramente que habrá que felicitar a la directiva del Atlas que encabeza Pepe Riestra, así como a la de los Tuzos que dirige Armando Martínez, por tan exitosa gestión que los ha llevado hasta la disputa por el título del balompié nacional. No conozco ningún éxito deportivo que no se haya gestionado desde los despachos con tino y buenas decisiones.
Mención aparte merece la estupenda labor de los entrenadores Diego Cocca, un hombre que sintió los colores rojinegros en la camiseta cuando fue jugador, y que ha comprendido a la perfección la inmensa pasión que estuvo contenida durante más de siete décadas, ahora sigue ilusionando a una muy peculiar afición que ha pasado de las penas a las glorias.
Recuerdo que cuando asumió Grupo Orlegi, que encabeza Alejandro Irarragorri, la administración del actual campeón, declaraba Riestra que Cocca seguiría al frente del equipo, situación que ante los resultados nada halagadores fue duramente criticada por un amplio sector de la prensa, así como por la propia afición. El tiempo y los resultados les han dado la razón. Por su parte, el hermano, Guillermo Almada, ha caído como anillo al dedo en Pachuca, después de su brillante paso por el Santos.
Por su parte, en el equipo hidalguense, la administración a cargo de Martínez comienza a dar frutos importantes después de una transición en la que el equipo de Pachuca perdía competitividad. Habrá que mencionar su gran cantera que ha producido a grandes talentos de la actualidad, nada menos que al Chucky Lozano y a Héctor Herrera, entre otros importantes valores del balompié nacional, una de las mejores instituciones de la actualidad que ha extrapolado el negocio a otros ámbitos como el educativo, el inmobiliario y múltiples empresas más sustentadas en el equipo, todo un ejemplo.
Esperemos que sea una gran final en la que hablemos de dos fantásticos partidos, de dos juegazos que no se vean empañados por malos arbitrajes, por decisiones que afecten el resultado de los mismos, tal como sucedió con el sainete de César Arturo Ramos Palazuelos, que fracasó rotunda y vergonzosamente en la semifinal Tigres-Atlas.
Sinceramente deseo que gane el futbol, que los aficionados de ambos equipos se sientan muy orgullosos del desempeño de sus jugadores, y que, ojalá, gane el mejor.
Columnista: Pablo CarrilloImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0