Breaking News >> News >> Excélsior


Candado democrático contra la ocurrencia


Link [2022-05-31 15:50:18]



Gustavo Petro obtuvo 8.5 millones de votos en su tercer intento por asumir la presidencia de Colombia, lo cual representa el máximo histórico de sufragios que la izquierda radical de ese país ha conseguido en una elección similar. Sin embargo, esta agenda antisistema —que plantea un manotazo en la mesa a los propósitos de liderazgo y a los criterios de políticas públicas del gobierno nacional— es respaldada por apenas cuatro de cada diez electores, de acuerdo con los resultados de los comicios celebrados el fin de semana pasado. 

 En coyunturas políticas como ésta, donde existe una plataforma programática puntera que siembra incertidumbre en el crecimiento económico sostenido y en el bienestar social, cobra especial relevancia la segunda vuelta electoral. Ello porque, ante la falta de un respaldo ciudadano de mayoría absoluta en la primera ronda, el sistema de elección obliga a que una proporción más amplia de votantes se manifiesten sobre la pertinencia de transitar por la senda de riesgo que Petro propone, antes de concederle todas las atribuciones y recursos a los que las instituciones tienen acceso. 

 Y es que las amenazas derivadas de la agenda de Gustavo Petro se mantienen constantes a lo largo de sus candidaturas presidenciales, pero, al igual que lo acontecido en otros países de la región, el clima social dominado en años recientes por la polarización nacida de la inseguridad, la falta de oportunidades económicas y la carencia de servicios públicos concentran en él tanto las expectativas ciudadanas de desplazar a la clase política tradicional como de modificar profundamente el rumbo del país. 

 Así ese nuevo rumbo tenga alcances esperados muy limitados, cuando no serios retrocesos en resultados de política pública, como los observados en otras latitudes que plantearon de igual forma el desmantelar por vías pacíficas y sin contención adicional a células criminales fuertemente armadas; el ubicar a la policía civil bajo el Ministerio de Interior (es decir, la Secretaría de Gobernación); el cambiar radicalmente las reglas del juego de los sectores productivos, lo cual ha alejado la inversión generadora de empleo de sectores estratégicos; o el privilegiar compras de gobierno a empresas locales, obviando otras opciones internacionales que pudieran proveer más bienes esenciales a mejor calidad y precio. 

 La ocurrencia política, en un entorno de polarización social, tiene menos posibilidades de hacer daño en un sistema de segunda vuelta, porque las preferencias de los distintos segmentos se ven obligadas a reagruparse, al tener una nueva oportunidad de valorar los riesgos que plantean las dos candidaturas más votadas de la primera ronda. Así, en esta elección, las posibilidades de victoria de Petro ya encontraron nuevas adversidades, porque el tercer candidato perdedor —que consiguió el 24% del voto— hizo un llamado a sus simpatizantes a votar por Rodolfo Hernández para evitar “perder al país” en manos del candidato de extrema izquierda. 

 Asimismo, los aspirantes que contienden en segunda vuelta se ven obligados a la moderación de sus posturas programáticas e ideológicas; no sólo porque, justo, tienen que convencer a votantes diferentes a su base electoral, sino porque sus agendas de trabajo deberán terminar siendo respaldadas por mayorías legislativas que parten de composiciones fragmentadas de congresos nacionales. 

 Moderación que, por cierto, le vendría muy bien a Colombia, considerando que Petro es un exguerrillero corresponsable de provocar la muerte de 94 personas con la toma que su organización, M-19, hiciera del Palacio de Justicia en 1985; además de sus simpatías continuas hacia los regímenes de los Castro y Hugo Chávez. Sin dejar de lado que su contrincante, Hernández, ha expresado admiración por Adolfo Hitler, se distingue por opiniones machistas y plantea una agenda populista de extrema derecha, la cual está sustentada en el combate a la corrupción y en devolver a la sociedad el dinero recuperado de actos ilícitos. 

La democracia no es ineludible en evitar que sociedades enteras caigan en el tobogán del deterioro institucional y la falta de resultados de gobierno, pero la segunda vuelta en elecciones presidenciales sí es un candado democrático adicional contra la ocurrencia y el autoritarismo, que bien vale la pena evaluarlo para el caso mexicano. 

Columnista: Max CortázarImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

Most Read

2024-09-20 22:25:57