Con el articulado que ha sido aprobado hasta el momento, el borrador de nueva Constitución da señales de un nuevo diseño institucional basado en un modelo de equilibrio entre un Estado unitario central y una estructura de autonomía regional, cruzado con el reconocimiento de un Estado Plurinacional. Estos avances en materia de régimen político suponen una transformación profunda a las instituciones tal como las conocíamos y que se complementan con la incorporación de normas inspiradas en demandas ciudadanas, como género y paridad, reconocimiento de la crisis climática, libertad de prensa y expresión, entre otras. A este grupo se suman además visiones de vanguardia que –aun cuando todas ellas deban someterse a la Comisión de Armonización– muestran una transformación que supera nuestras fronteras, y en cuyo trabajo son las normas aprobadas por el Pleno las que configuran el verdadero termómetro de la Convención y no el resultado de las comisiones, que crean espejismos, los que son explotados artificialmente.